domingo, 10 de noviembre de 2013

Hola!!!
Les dejo aquí un one-shot de la Imperial Pair (Tezuka x Atobe)
Este fic contiene lemon (contenido sexual explicito) Quedan advertidos!!!


Declaración: Los personajes de POT no me pertenecen, son propiedad de Konomi-san y asociados.






¿Crees en los Milagros?


Abrió lentamente los ojos, no sabía dónde se encontraba y la pesadez de su cuerpo le decía que algo andaba mal. Sentía calor y no podía mantener los ojos abiertos.

Pudo oír la música que sonaba suavemente, envolviéndolo, conocía esa melodía, se trataba de “Las Cuatro Estaciones” de Vivaldi. Se sintió transportado a otro espacio y otro tiempo, la música le llevó a un lluvioso día de primavera, sintió el olor de las flores en el campo y la suavidad del césped bajo sus pies descalzos, su cuerpo se empapaba con la intensa lluvia, pero no le era desagradable. Se trataba de un recuerdo.

Lentamente intentó recuperar la cordura, se encontraba en una cama de suaves sábanas de seda y… y alguien estaba ahí con él!!!

Comenzó a ser consciente de las suaves caricias que recibía, de las manos delgadas y firmes que recorrían su cuerpo con insistencia, de los delicados besos en su cuello. Ese alguien le deseaba intensamente.


De súbito todos los recuerdos llegaron a su mente. Ahora lo entendía todo. Ya le había parecido extraña la actitud de Yuushi cuando llegó, tanta amabilidad en él no era usual. Pero cómo no se dio cuenta a tiempo!!! Ese tipo lo había drogado.

Pero eso no se quedaría así, al tensai no le iba a alcanzar esta vida para pagarle todo. Esto no se podía quedar así.


Flashback

Había asistido a una fiesta en la casa de Oshitaria Yuushi, el tensai de su equipo, al llegar pudo percatarse que muchos jugadores estaban ahí también, prácticamente todos los equipos habían sido invitados. Él se sentía algo aburrido, la verdad era que ya estaba acostumbrado a este tipo de fiestas, después de todo él era el único heredero de la poderosa y absurdamente rica familia Atobe, nada del lugar le impresionaba, excepto los gestos de emoción en la cara de los demás asistentes. No quiso perder su tiempo con ellos y se dirigió al segundo piso, donde sabía que debían estar los miembros de su equipo, no es que los extrañase, sólo que prefería estar con ellos a que compartir sus horas libres con un montón de plebeyos.

Cuando llegó a la amplia sala de estar ubicada en el segundo piso de la casa, pudo ver a sus compañeros charlando animadamente. Mukahi hablaba divertido, realizando gestos con las manos y la cara, Ootori le escuchaba atento, mientras Shishido no podía contener su cara de fastidio.

-Que absurdo!!!- sentenció el chico de la gorra –Esa historia no te la crees ni tú mismo-

Ootori sonrió tiernamente, tratando de calmar la pelea que se acababa de formar entre sus superiores. Él desvió la mirada, después de todo, esa pelea no era asunto suyo. Se dirigió a los grandes ventanales que reflejaban las luces de la cuidad, cuando sintió que alguien se le acercaba por detrás, y posaba un objeto helado en su espalda. Sólo llevaba puesta una camisa negra, por lo que el contacto del frio objeto con su espalda le provocó un escalofrió involuntario.

Se volteó con una mirada desafiante impresa en sus ojos grises, sus manos las guardó dentro de los bolsillos de sus pantalones negros de algodón de Calvin Klein y alzó una ceja en señal de que esperaba una explicación para semejante hazaña.

-Te traje un trago, justo el que te gusta- dijo el peliazul estirando el brazo para darle el vaso a Keigo.

-Vaya! Esto si es sorprendente ¿desde cuándo tanta amabilidad en ti Yuushi?- habló arrogantemente mientras sacaba su mano derecha del bolsillo para recibir el vaso.

-Vamos! Deja la desconfianza, sólo estoy tratando de ser un buen anfitrión- dijo el peliazul mientras sonreía de lado.

End Flashback


Buen anfitrión!!! Esto tenía que ser una broma!!! No, una pesadilla más bien.

Él sabía muy bien que no le era indiferente al chico de cabello azulado, pero nunca se imaginó que su alcance llegaría hasta tal punto. Drogarlo para poder estar con él!!! Definitivamente la pervertida mente de ese tensai no tenía límites.

Y ahora, por su culpa, estaba ahí, sobre una cama recibiendo suaves besos y caricias que lo estaban volviendo loco. Porque no podía negar que todas las sensaciones que provocaban esos labios sobre su piel eran exquisitas. Por segundos le pareció la sensación más grandiosa del mundo y se dio cuenta que su cuerpo respondía instintivamente frente a esas caricias.

Pero que estaba pensando!!!

Eso no podía ser, se negaba rotundamente a reconocer que sentía placer al sentir las caricias del tensai. Reunió toda la fuerza que pudo en su cuerpo y trató de incorporarse. Levantando la cabeza lentamente ya que ésta le daba vueltas aun, trató de fijar su mirada desorbitada sobre algo y vio una cabellera dorada sobre su cuerpo.

Esperen… que!!! Cabellera dorada??!!

Sí, la persona que le besaba insistentemente, tenía el pelo color rubio ceniza y no azulado. No se trataba del tensai, era otra persona, pero él aun no podía saber quién era. Su cabeza se fue hacia atrás y un gemido ahogado salió de su boca al sentir un pequeño mordisco en una de sus tetillas.

Genial!!! Esto era lo último que le faltaba. Definitivamente se encargaría de que Yuushi pagara con sangre su osadía. No sólo se había atrevido a drogarlo, sino que además lo había dejado a merced de cualquier pervertido. Y ahora se encontrada quién sabe dónde, en los brazos de quién sabe quién, a punto de ser violado.

Esta situación no podía seguir así, tenía que hacer algo rápido o se arriesgaba a ser violado por un completo desconocido. Trató de parar los tortuosos besos, pero su cuerpo no respondía, no tenía fuerzas y parecía que cada miembro de su cuerpo pesaba una tonelada, ni siquiera podía mantener los ojos abiertos. Pero estaba consciente, su mente no dejaba de pensar y su boca no paraba de expulsar sutiles suspiros que aunque no quisiera, porfiadamente salían de sus labios.

Cuando por fin puro articular algo parecido a una palabra, dijo:

-P... ppa… para-

La tibia boca que repartía dulces besos en todo su cuerpo se detuvo. Pudo sentir como la persona se incorporaba y quedaba a la altura de su cara fijando su mirada sobre él. Abrió los ojos con dificultad y vio un rostro familiar. Se trataba del capitán de Seigaku: Tezuka Kunimitsu.

Aunque ahora había una expresión completamente distinta en su rostro, esa seriedad y estoicismo que lo caracterizaban se habían ido. Sus ojos color miel estaban vidriosos y lo miraban expectantes, llenos de una mezcla entre duda y esperanza. Su cabello dorado estaba más desordenado de lo común y un leve sonrojo estaba instalando en sus mejillas, contrastando con su blanca piel.

Bueno… al menos no sería violado por un completo desconocido.

Sin poder evitarlo, su brazo se estiró para acariciar suavemente el rostro ajeno. No entendía por qué, pero el ver esa sombra de duda en los ojos miel le había partido el alma.

Tezuka se acercó lentamente y besó con suavidad los labios de Keigo. Éste se dejó besar y rodeó con sus brazos el cuello del ojimiel. Al parecer su cuerpo estaba comenzando a reaccionar, los efectos de la droga debían estar pasando. Sintió alivio, ahora podía tomar el control de su cuerpo otra vez. Pero, extrañamente… no quería parar.

Sintió como Tezuka se acomodaba para quedar sobre él, a la vez que profundizaba el beso. Abrió sus piernas, para darle cabida al otro muchacho y comenzó a recorrer su espalda con sus manos por debajo de la camisa de éste, sintiendo con cada toque una deliciosa sensación, al recorrer la piel suave de la marcada espalda de Tezuka. Sintió como el muchacho tensaba cada musculo de su cuerpo con cada caricia suya y se dedicó ahora a recorrer sus brazos musculosos, mientras con su boca pedía más y más de esos dulces labios.

El beso se vio interrumpido cuando Tezuka se sentó sobre la cama para quitarse la camisa, dejando ver la hermosa piel blanca de su torso desnudo, donde se apreciaban exquisitamente marcados los músculos de su abdomen. Keigo se mordió el labio inferior instintivamente al apreciar semejante vista, estiro su brazo derecho para acariciar las clavículas del otro y finalmente rodearle el cuello, atrayéndolo hacia sí para continuar con aquel dulce beso. Sintió cómo Tezuka ponía sus manos en sus caderas y levantó una de sus piernas, comenzando a realizar rítmicos movimientos que provocaron su excitación a través del roce de sus cuerpos. Aun con los pantalones de por medio, Keigo sintió cómo su miembro se endurecía y cómo a su compañero le sucedía lo mismo. Lo deseaba, quería sentirlo completamente dentro de su cuerpo, ya no aguantaba más.

Al parecer Tezuka sentía lo mismo, pues se incorporó para quitar con movimientos pausados el pantalón y boxer de Keigo sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. Sintió cómo su excitación era liberada, irguiéndose sin obstáculos ahora.

Dejó escapar un fuerte suspiro cuando sintió cómo su miembro era introducido completamente en la boca de su compañero. Cerró fuertemente los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás al apreciar aquella sensación sin igual, las manos posesivas de Tezuka en su cintura, los movimientos fuertes y lentos que hacía sobre su miembro al succionarlo una y otra vez. La sensación era calidad, exquisita, apretó con fuerza las sábanas con sus manos y su espalda se dobló al sentir tal placer, mientras no paraba de gemir. Se sentía a punto de desfallecer, su piel se erizaba, sus piernas temblaban ligeramente, estaba a punto de acabar.

-Te.. ahh… Tezuka… voy… a acabar… ahh- Dijo con voz entrecortada por gemidos.

Éste lo miró directamente a los ojos y continuó con su trabajo con mayor ahínco aun. Finalmente sintió como se corría dentro de la boca del ojimiel, su semen salió como una explosión en espasmos cada vez más intensos. Una corriente eléctrica recorrió su espina dorsal y sintió un hormigueo delicioso en todo su cuerpo. Los latinos de su corazón eran increíblemente rápidos y fuertes y su respiración era entrecortada.

Cuando por fin volvió a sentir que su cerebro funcionaba nuevamente, pudo percatarse de la mirada curiosa del otro sobre su persona. Tezuka se veía feliz, una sonrisa se había instalado en sus labios delgados y sus ojos brillaban intensamente, con el fulgor de la pasión.

-Eres exquisito- sentenció el ojimiel

Keigo no pudo sentir ni oír nada más, sus ojos se cerraron porfiadamente aunque él quería permanecer despierto. Quería decirle a Tezuka cuándo le había gustado, quería decirle que ya nunca más podría vivir sin el elixir de sus dulces besos. Pero su cuerpo se trasportó lentamente a los reinos de Morfeo, debía seguir bajo los efectos de la droga aun. Lo último que sintió, fue unos delicados labios posándose en su frente a modo de un dulce beso y la sensación de seguridad que lo embargó al ser envuelto por los fuertes brazos de Tezuka.



Bueno, después de todo, creía que no tendría que dedicarse a hacerle la vida de cuadritos al enfermo mental de Yuushi. Tal vez, hasta tendría que agradecerle, ya que, sin querer, el peliazul había logrado un milagro. Debía ser un tensai después de todo.




sábado, 9 de noviembre de 2013



ONE IN A MILLION


Capítulo 5: Encuentro Matutino

Se había despertado muy temprano ya que su cuerpo estaba acostumbrado a su rutina diaria que empezaba a las 6:00 am, por lo que decidió levantarse y salir a trotar un rato. Se sentía increíblemente ligero, como si su propio cuerpo pesara igual que una pluma. Como la mañana estaba algo helada y con neblina, se subió el gorro del polerón y comenzó a trotar. Cuando llevaba cerca de media hora de trote, se percató que en frente suyo había una silueta, no podía ver de quien se trataba, ya que a esa distancia y con la neblina existente en el lugar, poder descifrar quién era se volvía una tarea titánica. Apuró el paso y se acercó a la figura masculina que se acercaba directamente hacia él. Frenó en seco cuando por fin pudo reconocerle y éste también se detuvo, quedando a unos 2 metros de distancia. Atobe no sabía cómo reaccionar, no estaba preparado para verlo allí, no sabía que decir. Fue el joven de anteojos quien habló primero.

-No esperaba encontrar a nadie más despierto a esta hora- dijo con voz grave y agregó –siempre es grato poder ver tal motivación en un tenista-

Atobe dio un profundo suspiro, necesitaba recuperar el aliento después del trote, y pensar bien cada palabra que saldría de su boca.

-Esto es parte de la rutina diaria del gran Ore-sama, no debería por qué sorprenderte, después de todo, tu mejor que nadie debería conocer mi grandeza- ok debía admitirlo, esa no fue la mejor frase, pero la verdad era que cuando se encontraba con él hasta se olvidaba de pensar. Por su parte Tezuka no pudo evitar que la comisura de sus labios se curvaran en una sonrisa casi imperceptible ¿Acaso él le parecía gracioso? Eso era lo último que le faltaba, quedar como un payaso frente al ojimiel. Debía apresurarse para poder dar vuelta la situación.

- ¿Y qué haces tú levantado a esta hora?- dijo quitándose la capucha del polerón y dejando caer finas hebras de cabello sobre sus cienes.

-He salido a respirar el aire fresco de la mañana- agregó dejando que su mirada se perdiera en el cielo que ahora comenzaba a despejarse –a esta hora de la mañana es cuando pienso mejor-

-Vaya, y se puede saber ¿qué es tan importante para hacerte reflexionar así?- preguntó metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, mientras dio dos pasos hacia adelante que le permitieron quedar más cerca del rubio ceniza.

Por un instante Atobe deseo escuchar que él era la causa de las tribulaciones del muchacho de anteojos, pero esa confesión jamás llegó a sus oídos. Por el contrario, Tezuka se limitó a caminar hacia una banca ubicada a su derecha y sentarse pesadamente en ella, para agregar...

-Sólo se trata de decisiones como entrenador de este campamento, no puedo hablarte de ello-

-Hey!! Recuerda que yo ya estoy seleccionado, no hay nada que puedas decirme que me afecte directamente- cuestionó Atobe mientras se dirigía hacia la banca y tomaba asiento junto a Tezuka con movimientos suaves y elegantes.

Tezuka dejó escapar otra sonrisa sutil al verle y Atobe comenzó a pensar que había un patrón detrás de esto, en dos días ya lo había visto sonreír 3 veces. No pudo evitar sospechar que se trataba de algo relacionado con su persona

-¡Qué rayos te pasa! ¿Tan gracioso te parezco?- dijo Atobe encarando con la mirada al ojimiel.

Esta vez una risa ahogada salió de la boca de Tezuka, frente a la mirada atónita de Atobe, quien alzó una ceja escéptico. Definitivamente se estaban riendo de él en su cara.

-No te lo tomes a mal, es sólo que me pareces alguien divertido- confesó Tezuka mirando hacia el horizonte.

Atobe parpadeó sorprendido frente a semejante confesión. No se esperaba una declaración como esa, por lo que agregó

-Entonces voy a tomarlo como un elogio, o mejor dicho como una hazaña- cruzó los brazos sobre su pecho mientras decía esto.

La risa ahogada que salió de la boca de Tezuka esta vez fue más sonora que la anterior y fijo sus ojos miel sobre el peliplateado agregando

-Tienes razón, tal vez se trata de una hazaña-

En ese instante, Keigo se voltea para quedar cara a cara con Tezuka, mirando directamente esos intrigantes ojos. El sólo choque de sus miradas provocó una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo y sintió como un ligero rubor se instalaba en sus mejillas, mientras su corazón latía cada vez más fuerte, si seguía así temía que pudiera salirse de su pecho. Decidió cortar por lo sano y desviar la mirada, pero justo al voltear su rostro, éste fue atrapado por los largos y delgados dedos del capitán de Seigaku, haciendo que se volteara y quedaran nuevamente frente a frente. Los ojos de Keigo se abrieron de la impresión, no entendía lo que pasaba, en ese momento, su rostro mostraba una ingenuidad e inocencia desconocidas. Tezuka pasó a la ofensiva y comenzó a estrechar la distancia entre ambos lentamente, tortuosamente lento para Keigo, posando sus finos labios en la boca del heredero. Éste se dejó hacer, sucumbiendo ante los labios del ojimiel, en un beso que comenzó casto e inocente, pero que fue haciéndose cada vez más apasionado. Tezuka apegó más su cuerpo al de Atobe y sus manos se movieron desde su cabeza hacia su cintura, estrechándola y apegándolo aún más hacia él. Keigo por su parte, posó sus manos posesivamente en la cabeza de Tezuka, haciendo que sus blancos dedos se mezclara con el cabello dorado, y se sentó sobre las piernas del ojimiel profundizando aún más el beso. Un gemido ahogado salió de la boca de Tezuka al sentir al hermoso joven sentarse sobre él, pero no dejo de besarlo ni un solo instante.

A estas alturas Atobe dudaba que ésta fuera la realidad, debía tratarse de un sueño, a tal punto había llegado su obsesión por el ojimiel, que su mente era capaz de jugarse esos sucios trucos para engañarlo, para darle un momento de felicidad. Sin importarle si se trataba o no de un sueño, continúo con el beso, introduciendo su lengua dentro de la boca de Tezuka y dejando que éste introdujera la suya dentro de su boca. Sin duda esa era la mejor sensación del mundo, se sentía en el paraíso entre los fuertes brazos del ojimiel. Cada tacto de éste sobre su cuerpo, provocaba un exquisito hormigueo eléctrico en su piel y notó como el calor iba aumentando paulatinamente producto del contacto de sus cuerpos.

No pudo evitar que un gemido saliera de su boca al sentir los labios contrarios en su níveo cuello, sus besos eran delicados y recorrían todo su cuello y mentón mientras la mano izquierda se posicionada detrás de su cabeza, evitando así cualquier movimiento. Se encontraba a merced de los implacables besos de Tezuka, pero esa le pareció la sensación más placentera del mundo, dejó que su cabeza se fuera hacia atrás, para dar más espacio en su cuello a la hambrienta boca y dejaba escapar pequeños gemidos con cada beso recibido.

Se encontraban en este estado de ensoñación cuando sintieron unas voces a lo lejos y pasos que se acercaban. Se separaron por acto reflejo, tratando de recuperar el aire perdido a través de agitadas respiraciones, sin dejar de mirarse directamente a los ojos. Fue en ese instante en que Atobe se dio cuenta que eso no era un sueño, frunciendo su ceño por unos segundos, mientras sopesaba la situación. Aun no podía creer que eso fuera real!!!

Los pasos finalmente llegaron a donde se encontraban los jóvenes sentados en una banca mirándose expectantes. Se trataba de Sakaki y Hanamura, quienes miraron extrañados a los jóvenes debido a que no terminan de comprender la situación. Sakaki hablo firmemente, señalando que ya era hora para la reunión de entrenadores, por lo que Tezuka se levantó y dirigió sus pasos hacia donde caminaban ya sus superiores. Se fue así sin más, sin decir una palabra, pero no dejó de voltear en todo el trayecto, para ver la cara del joven peliplateado, quien aún no podía borrar la expresión de completo asombro de su rostro. 


ONE IN A MILLION


Capítulo 4: Bienvenido Tezuka Kunimitsu


Francamente no lo podía creer, todo se pudo haber imaginado, menos que el entrenador reemplazante de Ryuzaki sensei fuera Tezuka. Se encontraba en un estado de estupefacción más agudo aun, pero esta vez su asombro iba mezclado con una alegría que Atobe sabía que no había experimentado antes. De pronto todo el peso del mundo que sentía que cargaba sobre sus hombros desapareció en un instante, el tiempo pareció detenerse y el corto trayecto realizado por el joven de anteojos hasta el centro de la habitación pareció durar la vida entera, ya que cada movimiento realizado por ese cuerpo, estaba siendo grabado en la memoria de Atobe. Su caminar era tranquilo y lleno de seguridad, su expresión era fría e indescifrable, pero algo había en su mirada, lo que a primera vista parecía fría e indiferente, si se miraba con cuidado se podría notar un dejo de inseguridad. Esa mirada miel recorría la habitación mirando a cada uno de los presentes, pero parecía que se trataba más que de una simple observación, parecía que buscaba a alguien. Hasta que los ojos miel se posaron directamente sobre su persona, fue en ese instante que Atobe sintió que el resto del mundo dejo de existir, que no había nadie más que él y Tezuka, mirándose directamente a los ojos. Sin embargo, él no pudo sostener la firme mirada del otro sobre su persona, por lo que tuvo que desviar sus ojos grises sintiendo como un ligero rubor inundaba sus mejillas.

Decir que sentía mariposas revolotear en su estómago no era nada, más bien las sentía bailar flamenco. Nunca pensó que una simple mirada pudiera tener tal efecto en él. Trató de concentrar su mente en otra cosa, de tranquilizar los fuertes latidos de su corazón, de disimular el sonrojo aun presente en su rostro, pero fue inútil. Escuchó a Tezuka hacer su presentación, fue su voz la que le permitió volver a la tierra nuevamente y ser consciente de los murmullos a su alrededor. Ahora que su cerebro parecía ser capaz de realizar la sinapsis nuevamente, una serie de preguntas llegaron a él, haciéndolo caer a tierra ¿qué significaba esto? Se suponía que Tezuka se encontraba en Alemania en medio de la rehabilitación ¿significaba su regreso que ya estaba completamente curado? ¿Significaba esto que él permanecería aquí? Para su desgracia la respuesta a todas sus preguntas vino de la boca misma de Tezuka y su voz sonó fría y decidida mientras explicaba que la situación era sólo transitoria, debido al estado de emergencia en que se encontraban tras el colapso de Ryuzaki sensei, dejando claro que terminado el Torneo, volvería a Alemania.

Esta noticia cayó como un balde de agua fría sobre el joven heredero, quien no pudo ocultar la expresión de desilusión mezclada con tristeza. Aunque paulatinamente este sentimiento se fue alejando, dando paso a la alegría y la esperanza. Lo importante era que estaba ahí!!! Si bien Tezuka se marcharía pronto, él no estaba dispuesto a perder el poco tiempo que tenía para verlo. Estaba decidido, durante lo que quedaba de campamento, se encargaría de acercarse lo más posible al muchacho de anteojos. Con la esperanza de algún día poder declararle todo lo que sentía por él. Lo conseguiría aunque se le fuera la vida en ello.

Durante el almuerzo no pudo comer nada, su estómago se encontraba extraño, pareciera que se había cerrado, impidiendo que cualquier bocado ingresara en él. Se limitó a jugar con la comida mientras realizaba furtivas miradas al chico de anteojos, miradas que más de una vez fueron atrapadas por las del ojimiel, provocando la sorpresa en la expresión de Atobe al sentir que hasta se le olvidaba cómo respirar.

Durante la tarde, cada quien se dirigió a su lugar de entrenamiento programado, ellos debían jugar en las canchas, pero nadie de su equipo fue al entrenamiento, todos se encontraban pendientes de la primera actuación de Tezuka como entrenador. Dentro del grupo de éste había opiniones divididas, muchos consideraban que Tezuka, si bien era un excelente jugador, no podría cumplir con los criterios suficientes para entrenarlos, pero en la cancha quedó demostrada la gran capacidad del tenista de cabellos dorados. Ante la estupefacta mirada de todos los presentes, Tezuka se encargó de despejar cualquier duda sobre su capacidad como tenista, al vencer fácilmente a todos sus contendores, sin siquiera levantar el hombro y realizando sólo movimientos suaves. Atobe sintió en ese momento, que el chico de anteojos se lucia sólo para él y no pudo evitar sonreír con alegría no fingida. Gesto que causó la total extrañeza de sus compañeros a su lado, ya que ni Kabaji ni Yuushi recordaban la última vez que habían visto sonreír a su capitán. Finalmente había encontrado su motivación.

El resto del día transcurrió en completa armonía, se sentía en paz, extrañamente feliz, se encontraba completamente concentrado en el juego, tanto que no fue capaz de percibir los serios ojos color miel que le observaban a lo lejos, ojos que al posarse sobre el peliplateado adquirían una vitalidad nunca antes vista. Atobe permaneció inmutable, fijo en el juego, su rostro reflejaba la determinación total, estaba completamente decidido, no podía permitir que nadie más sobresaliera, él debía ser el único ser digno de la mirada del ojimiel.

Cuando llegó la tarde se dirigió a su habitación, decidido a darse una larga ducha mientras aclaraba su mente y se sintió extrañamente relajado. Salió del baño privado en su dormitorio sólo con una toalla atada a la cintura, afuera ya había anochecido y la luz de la luna entraba por la ventada, jugueteando sobre su cabello húmedo, que destellaba con imperceptibles reflejos plateados, otra vez él no fue consciente, pero desde fuera del edificio, su reluciente piel era observada detalladamente por unos ojos miel, que esta vez, parecían brillar con mayor intensidad. Atobe se dirigió hacia su celular, miro la hora y vio que aún tenía tiempo, faltaba más de 1 hora para la cena, por lo que se dedicó a secar su cabello con movimientos gráciles y posteriormente se dirigió a baño a vestirse. Hubiera deseado poder llevar algo mejor que esa ropa deportiva, pero eran las reglas del Campamento, por lo que decidió bajar sin más demora hacia la sala de estar del edificio. Allí se encontraban reunidos varios jugadores, y escuchó para su sorpresa que el club de tenis Seigaku estaba planeando una bienvenida para su capitán. Esto le pareció una insolencia ¿Cómo se atrevían a planear algo así sin avisarle antes? Ocultó su cara de indignación mirando hacia la ventana, dándole la espalda a los demás presentes, pero no podía dejar las cosas así, la situación se le escapaba de las manos, tenía que hacer algo para demostrarle a Tezuka que su llegada también era importante para él. Y fue así que nació la idea, ellos se unirían a la celebración cantando una canción, que Atobe se encargó de dejar en claro que estaba dedicada exclusivamente el ojimiel.

La fiesta finalizó con un discurso de Tezuka, pero Atobe no pudo fijar su completa atención en él, debido a que la expresión y actitud de Sanada crearon una sombra de duda en él. Cuando Sanada se retiró del comedor con rumbo a la sala de máquinas, no pudo evitar levantarse y seguirlo, aun cuando deseaba mil veces más estar en el comedor para poder observar a gusto al rubio ceniza, esta situación con Sanada debía decidirse ahora. Él sabía muy bien la fijación que Sanada tenía con Tezuka, probablemente sólo se trataba de algo relacionado con el tenis, pero él no estaba dispuesto a correr el riesgo. Por esto hablo autoritariamente cuando se encontraron en la sala de máquinas, su voz era calmada, pero refleja el toque de arrogancia y frivolidad características en él.

-Aclaremos esto de una vez por todas, Sanada, Ore-sama es la única persona a la que Tezuka puede considerar como un verdadero rival- dijo posando sus manos en sus caderas.

-Probablemente él no piensa lo mismo- murmuro Sanada con voz grave y una expresión dura en su rostro inmutable.

-¿Qué tal si lo arreglamos con un partido?- sentencio tranquilamente Atobe, sin dejarse impresionar por las palabras de su rival.

-De acuerdo- agrego Sanada, con lo cual la discusión estaba resuelta, el resultado de ese duelo definiría quien entre los dos era mejor, y por lo tanto, quien de los dos era digno de ser llamado el verdadero rival de Tezuka.

El duelo fue jugado al día siguiente y Atobe se encontraba completamente concentrado en el partido, en su mirada sólo existía su rival, analizaba cada movimiento con el agudo sentido de la percepción que lo caracteriza. Sus movimientos eran ligeros, sin denotar esfuerzo, se movía grácilmente respondiendo los saques de su adversario con movimientos fluidos pero llenos de potencia, después de todo estaba desafiando a Sanada Genichirou, el vice capitán del Rikkai, pero él no se podía permitir una derrota, ya que sentía que era Tezuka mismo quien estaba en juego durante este partido. Su concentración se esfumo súbitamente al ver al muchacho de anteojos fuera de la cancha. Por un segundo se sintió completamente expuesto, estando a merced del riguroso escrutinio de esa severa mirada. Sin embargo, esa sensación inicial fue suplantada inmediatamente por otra de la más pura motivación -Te estaba esperando- dijo para sus adentros, ahora sentía una renovada fuerza en su interior, definitivamente no podía perder, no cuando Tezuka estaba ahí observándole. Pero toda su seguridad pareció esfumarse cuando su oponente restó sin ningún problema su golpe definitivo, en ese momento se vio forzado a usar su nuevo saque. Esta técnica no estaba completamente finalizada, pero no tuvo otro remedio más que usarla, no se podía dar el lujo de perder este encuentro. La satisfacción le envolvió al ver la expresión de sorpresa en la cara de Sanada, ese rostro duro que minutos antes reflejaba seguridad plena, no pudo evitar mostrar sorpresa por lo que acababa de ver, pero la satisfacción de engrandecer su propio ego no se comparó a la alegría inmensa que experimentó al ver la cara de Tezuka en esos momentos, el rubio ceniza tenía la mirada fija en Atobe y sus finos labios se curvaban en una sutil sonrisa que era dirigida sólo a él.

Lamentablemente este partido no pudo tener un ganador, fueron interrumpidos por sus respectivos entrenadores. Al constatar las notables capacidades de ambos, quedaron seleccionados automáticamente para el Torneo Amistoso.


Después de este encuentro, Atobe reafirmó lo que se había propuesto el día anterior. Sabía que sería difícil, pero no se pensaba rendir sin antes dar la batalla, se sentía asustado y frágil, pero entendió que eso es natural cuando se ama. Las dudas que antes tenía, se volvieron a hacer presente ¿Cómo ser valiente? ¿Cómo se puede amar cuando se tiene miedo de salir herido? Pero luego de ver el rostro de Tezuka, todas sus dudas se dispersaron. Ese hombre… sería suyo.


ONE IN A MILLION


Capítulo 3: Él está Aquí

Atobe camina con paso firme y seguro por los jardines de Hyotei Gakuen, era la hora de almuerzo y se dirigía a la sala del Consejo Estudiantil, donde tenía una habitación exclusiva para su uso, lugar donde podía estar en paz, sin miedo a ser molestado. Iba seguido de Kabaji, quien llevaba los almuerzos de ambos y se limitaba a seguir fielmente al joven heredero. El día era caluroso, por lo que Atobe llevaba la camisa manga corta del colegio, la corbata estaba suelta y los dos primeros botones de la camisa estaban abiertos, dejando ver parte de la nívea piel del pecho. Pequeñas hebras de su cabello platinado caían a cada lado de su frente, moviéndose rítmicamente con el caminar del joven. A pesar de ser consciente que todas las miradas del alumnado estaban puestas sobre su persona, parecía no inmutarse con nada y su expresión denotaba serenidad.

Serenidad completamente fingida, pues Atobe no paraba de pensar en la conversación tenida el día anterior con su mejor amigo. Después de haber reflexionado toda la tarde sobre las palabras de éste, se dio cuenta que Taki tenía razón. Lo que él sentía por el ausente capitán de Seigaku no era culpa por lo sucedido en el partido pasado, ni ira por sentir la frustración de saber que él no había podido superar a su rival, ni admiración por haber encontrado finalmente un oponente digno de su persona. Lo que sentía el joven platinado cada vez que se mencionaba siquiera el nombre del joven de anteojos era mucho más que eso, sentía como el ritmo de su corazón se aceleraba y un cosquilleo nacía en su estómago y se esparcía por todo su cuerpo. ¿Acaso era esto… amor?

Él tenía muy claro el tipo de sentimiento que causaba en los demás, sabía que su brillante personalidad y carisma junto a su privilegiado cuerpo, se robaban todas las miradas donde fuera que vaya, sabía que prácticamente todo el alumnado, tanto hombres como mujeres, le miraban con una mezcla de deseo y admiración, y que muchos de ellos incluso lo tenían como su fantasía sexual personalizada, pero él nunca se había sentido así por nadie antes. Es verdad que había tenido encuentros con chicas y chicos, pero no habían pasado más allá de besos y caricias fugaces producto de una noche de juerga, y no había tenido nunca una relación con nadie. Por lo tanto, todas están sensaciones eran completamente nuevas para él.
Sin darse cuenta, ya habían llegado a su destino. Atobe tomó asiento en un sillón ubicado solamente para él en la sala y cruzó una pierna con la elegancia que lo caracterizaba. El moreno de gran envergadura se limitó a acercar la comida al joven heredero y tomó asiento en otro sillón dispuesto a almorzar sin quitar el ojo de encima de su capitán, el que se encontraba con la mirada fija en un punto sobre la pared blanca, que mágicamente parecía haberse transformado en la cosa más interesante del mundo a los ojos de Atobe, limitando a dar pequeños bocados de su comida de vez en cuando. Kabaji no era alguien que había sido dotado con el don de la palabra, pero en cambio era una persona muy observadora, para él era perfectamente claro que su capitán se encontraba en una situación que no podía manejar, y no pudo evitar cierta preocupación al ver el rostro perdido del joven. Se encontraba en medio de estos pensamientos cuando llegó Taki, el mejor amigo de su capitán.

-Hola Keigo, Kabaji ¿cómo está el almuerzo?- Kabaji no comprendía cómo Taki podía hablar con tal naturalidad frente a una situación así. Sabía que el castaño estaba consciente de que su capitán no se encontraba bien, y aun así era capaz de limitarse a hablar del almuerzo.

-Ahh? Tú sabes que toda la comida de la escuela está hecha por los más exclusivos chef, elegidos específicamente por mi persona, es más que obvio que la comida es excelente- Respondió Atobe saliendo de su ensoñación momentánea.

-jajajaja si es verdad, yo ya almorcé y francamente no tengo ninguna queja con respecto al menú- dijo Taki sentándose en uno de los sillones ubicado a la derecha de Atobe, quedando frente a frente con Kabaji –Pero dime algo ¿has pensado en lo que hablamos ayer?-

La expresión de Atobe cambió súbitamente, parecía dudar, no estaba seguro de responder con sinceridad a esa pregunta y desahogarse así con sus dos amigos más cercanos, o simplemente dejar que su orgullo lo lleve y tragarse todos los sentimientos que tenía guardados dentro de sí y que parecían crecer más y más cada día. Taki percibió la duda en la expresión de Atobe y miró cómplicemente a Kabaji, quien entendió al instante la situación: debían hacer que Atobe hable.

-¿sabes? Deberías apresurarte en aclarar tus dudas lo más pronto posible, ya que sería muy vergonzoso que los demás jugadores de otros equipos se dieran cuanta de la debilidad de nuestro capitán en medio del entrenamiento de la selección japonesa que jugara contra el equipo de la costa Oeste de los Estados Unidos- concluyó Taki con un desinterés fingido, esperando apelar al orgullo de Atobe.

- ¿Equipo de la costa Oeste de los Estados Unidos? – preguntó Atobe con franca intriga, lo que impresionó aún más a Kabaji y Taki. No era para nada normal que el capitán no estuviera al tanto de esto, esta situación se ponía cada vez más y más extraña

-Sí, el entrenador Sakaki envió un mail ayer ¿no lo viste?- preguntó Taki con un tinte de estupefacción en su voz.

La verdad era que no lo había visto, no había revisado ninguno de los numerosos mails que había recibido, ni si quiera había podido concentrarse en las clases del bloque matutino, incluso le había costado seguir al profesor en su materia favorito: Griego, debido a que su mente se perdía de vez en cuando en el recuerdo de unos enigmáticos ojos miel.

-Sí, es un “Campamento de Enriquecimiento” para el Torneo Amistoso Junior. Sakaki, Hanamura y Ryuzaki serán los entrenadores de un equipo formado por diversos jugadores de la prefectura de Tokio, de nuestra escuela fueron llamados tú, Oshitari, Kabaji, Shishido y Ootori. Pero también participaran jugadores de Rikkaidai, Fudomine, Rokkaku, Yamabuki, San Rudolph, Jyousei Shounan y por supuesto, los ganadores del Torneo de Kantou de este año: Seigaku- Seigaku, el nombre de esa escuela resonó en su mente, todos los miembros de ese equipo iban a asistir, debido a que eran los campeones de la prefectura, todos menos el ojimiel que le robó la tranquilidad.

-El Campamento empezará el próximo lunes y durará toda la semana, ya que el Torneo se jugara el fin de semana- sentenció Taki con seguridad justo en el momento en que se terminaba la hora de almuerzo, por lo que Atobe se paró con movimientos suaves, sin poder borrar aun la extraña expresión en su rostro perfecto, era una expresión de tristeza la que se reflejaba en esa mirada plateada. Agradeció la información a Taki y se apresuró a salir, para dirigirse a su sala y comenzar así con el tedioso bloque de la tarde.

Todo el resto de la tarde estuvo aún más perdido en sus pensamientos, se encontraba estupefacto con la noticia y lentamente, un sentimiento de vacío comenzó a invadir todo su ser ¿Qué caso tenia ir a ese lugar? ¿Cómo podría soportar permanecer tan solo 1 día en ese Campamento, si el sólo hecho de estar ahí le recordaría constantemente la ausencia del ojimiel? Sentía que moría un poco más cada día que pasaba esperando el regreso de Tezuka.

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La semana transcurrió dolorosamente lenta para Atobe, cada día era un suplicio, las clases se le hacían interminables y hasta las prácticas de tenis carecían de sentido, los compromisos sociales que siempre le parecieron tediosos, ahora se volvían prácticamente una sentencia de muerte, no podía concentrarse en nada, todo el tiempo se encontraba con la mirada perdida, ya que en su mente sólo aparecía una figura: Tezuka.

Finalmente, llegó el día del campamento. Sakaki sensei los citó en las dependencias del colegio, desde donde se dirigieron hacia las instalaciones que albergarían el Campamento de Enriquecimiento. Shishido y Ootori iban sentados juntos, el mayor dormitaba sobre el hombro del muchacho de segundo, era evidente la cercanía entre ambos. Él iba sentado junto a Kabaji, quien parecía no molestarse en su persona, no así Yuushi, quien no le quitaba el ojo de encima, intrigado por el semblante pensativo de su capitán. Atobe se limitaba a mirar a través de la ventana el cielo azulado, que en ese momento comenzaba a ser surcado por solitarias nubes blancas, vestía el impecable uniforme escolar, al igual que todos sus compañeros, y su mentón reposaba cómodamente sobre su mano izquierda, mientras la otra permanecía cruzada sobre su abdomen. Cuando por fin llegaron a su destino, lo primero que hizo Atobe fue repasar con la mirada al equipo ganador del Torneo, buscando con esperanza frustrada al ojimiel. Sabia perfectamente que él no se encontraría ahí, lo sabía, y aun así, no pudo evitar sentir un punzante dolor en su corazón al darse cuenta de su inevitable ausencia.

En eso se había transformado ahora el recuerdo del ojimiel, en un constante dolor en el pecho del joven heredero, un dolor que a cada segundo le recordaba que ya no tenía paz. Al caminar por los pasillos escuchó hablar a los miembros de Seigaku con los de Fudomine, al parecer se llevaban muy bien, pero eso a él no le importaba, no le importaba… hasta que oyó aquel nombre: Tezuka Kunimitsu. Frenó su andar en seco y agudizó el oído para escuchar bien la conversación. Al parecer el equipo entero de Seigaku había viajado a Alemania para visitar a Tezuka luego de su victoria en el Torneo de Kantou. De pronto sintió calor en sus mejillas y su ceño se frunció en un gesto de ira, se sentía celoso. ¿Por qué ellos podían disfrutar de la compañía del muchacho de ojos de miel? ¿Por qué él no podía tomar el primer avión a Alemania e ir a verle? Claro, no podía simplemente aparecer como si nada en frente del ojimiel ¿qué le diría, cómo explicaría tal visita? Eso sin mencionar que lo más probable era que el capitán de Seigaku le odiara, después de todo, él era quien lo había derrotado, marcando hasta ahora la única derrota en el historial perfecto del capitán de Seigaku y además, en cierto modo él era el causante de que se encontrara en estos momentos en Alemania. Tampoco sabía si Tezuka ya estaba con alguien más, a decir verdad, era muy poco lo que sabía del ojimiel, no sabía qué clase de preferencias tenía, tal vez hasta le despreciaría por el simple hecho de ser un hombre, y eso era más de lo que Atobe podía tolerar, ni siquiera se imaginaba cómo se sentiría si llegaba a recibir una mirada de asco y repulsión por parte Tezuka, eso simplemente no lo podría soportar!!!

No, no podía declararse, no podía simplemente decirle que le amaba, que desde el instante en que jugaron ese partido de tenis, había sentido como se conectaban, como si ambos fueran las dos mitades de un todo, que desde ese día no había podido dejar de pensar en él, y que incluso le había impresionado desde el primer momento en que lo vio, sólo que recién ahora era consciente de todo ello. Se reprendió a sí mismo el no haberse dado cuenta a tiempo, todo sería tan distinto si él se hubiera dado cuenta de sus sentimientos antes de aquel fatídico partido, que aunque había marcado su alma en el descubrimiento de un entendimiento reciproco con el rubio ceniza, había marcado también su separación. Por Kami!!! Si él simplemente le hubiera hablado antes del partido, Tezuka no se habría tenido que ir, Tezuka estaría ahora junto a él.

Con la amarga sensación del arrepentimiento en su boca, se dirigió a los dormitorios que le habían designado. Los jugadores fueron divididos en tres grupos, uno con cada entrenador, a él le tocó entrenar con Hanamura sensei, una entrenadora que no era de su gusto personal, pero al menos estaba junto a Kabaji y a Yuushi.

Se encontraban en el tercer día de entrenamiento cuando se enteró del colapso sufrido por la entrenadora Ryuzaki. No tenía idea de qué sucedería, sólo le preocupó el hecho de que sus jugadores que estaban en ese grupo saldrían perjudicados por esta situación. Ootori y Shishido tenían un increíble potencial juntos, eran una pareja extraordinaria, y no sólo en la cancha de tenis, pero necesitaban de la guía de alguien para poder mejorar aún más, y los entrenamientos libres que realizaban ahora, para tratar de suplir la ausencia de su entrenadora no les favorecían. Con esta preocupación en mente se dirigió a la oficina de Sakaki sensei, después de todo, él era su entrenador, así que esperaba que hiciera algo. Para su tranquilidad ya todo se encontraba bajo control, otro entrenador había sido llamado y llegaría esa misma mañana, aunque Sakaki no le quiso revelar de quien se trataba, le mencionó que era alguien recomendado personalmente por la entrenadora Ryuzaki, por lo que era alguien de absoluta confianza y no había necesidad de preocuparse por sus compañeros.

Ya más calmado, se dirigió a su lugar de entrenamiento, se encontraban en la sala de máquinas, realizando ejercicios de acondicionamiento físico, se dirigió a una de las pesas y comenzó a ejercitar la musculatura de sus bazos. Producto de la intensidad del ejercicio, comenzó a sentir calor, así que tuvo que desprenderse del polerón blanco, rojo y negro que usaban, para quedar sólo con la camiseta. Sentía como sus músculos se contraían y relajaban al ritmo del ejercicio, sentía un pequeño dolor en sus músculos producto de la intensidad del ejercicio, sentía el cansancio en su cuerpo después de esos 3 días de arduo entrenamiento. Cuando llegó la hora de almuerzo, se dirigió al baño antes, necesitaba lavarse la cara, quitarse el sudor de encima y darse un pequeño respiro antes de continuar con la rutina. Cuando llegó al comedor se veía renovado, una expresión fresca y juvenil le envolvía la piel, y producto del ejercicio, se sentía relajado, se sentó junto a Kabaji en uno de los mesones, esperando a que el almuerzo fuera servido, su mirada plateada se movía constantemente, saltando de rostro en rostro, examinando a los demás jugadores presentes ahí, la verdad era que no consideraba a ninguno de ellos como un rival digno, en estos 3 días de Campamento, aun no había encontrado una motivación para permanecer ahí y dar lo mejor de sí mismo.

Con estos pensamientos en mente, sintió como la puerta se abría con un rechinar tenue, dirigió su mirada a la fuerte de aquel ruido y vio la puerta moverse lentamente, dando paso a Sakaki y Hanamura, pero ello no venían solos, venían acompañados de un joven de blanca piel, cabellos dorados algo despeinados y una mirada severa que hacía juego con su expresión de absoluta seriedad. Los 3 recién llegados se dirigieron al centro del comedor, y Atobe pudo notar las expresiones de asombro salidas de las bocas de todos los presentes al ver la seguridad que emanaba del joven en cada paso que daba. Sintió que su respiración se cortaba y que todas las fuerzas de su cuerpo lo abandonaban, mientras su corazón dio un salto dentro de su pecho cuando sintió la mirada color miel sobre su persona. Era él!!! Tezuka Kunimitsu estaba ahí.


ONE IN A MILLION


Capítulo 2: Un Ser de Otro Mundo


Mientras trataba de calmarse a sí mismo y de encontrar una explicación lógica a todo lo que sentía, sintió el tono de su celular avisándole la urgencia de alguien por comunicarse con él, caminó con una gracia natural, con la cual sólo él podía desplazarse, estirando el níveo y ejercitado brazo para coger el celular último modelo que sonaba sobre su escritorio. Se trataba de Taki, uno de sus amigos más cercanos y su confidente. Una expresión de fastidio se reflejó en el inmaculado rostro del joven heredero, no se explicaba qué podría querer Taki un domingo al medio día, y francamente no tenía ni las ganas ni el tiempo de aguantarlo. Dio un profundo suspiro antes de contestar y gracias al cielo que Taki no podía ver el rostro de su amigo ahora mismo, porque hasta él se habría sentido herido por la indiferencia total que reflejaba su expresión, y es más, ni siquiera había hecho el esfuerzo de simular interés en su voz, la cual sonaba frívola y apática a través del teléfono celular.

-¿Qué quieres? ¿No tienes a nadie más a quien fastidiar?-  Respondió Atobe sin ningún tipo de rodeo.

-Qué dices!!! Si tú sabes cuánto me encanta fastidiarte a ti-  contesto el pelicastaño divertido -Además, tú mejor que nadie sabes que en el fondo te alegra mi visita-

-¿Tu visita?- grito Keigo sin poder disimular el espanto en su voz.

-Sí, mi visita, estoy abajo, en uno de los salones, el mayordomo me dijo que no has bajado hoy, y que ni siquiera has tomado desayuno ¿te encuentras bien?- Pregunto con cierta preocupación en su voz.

-No necesito de ninguna maldita niñera Taki, si quieres buscarte un hijo, bien puedes adoptar a alguno, dicen que en África prácticamente los regalan, deberías probar- agregó con voz filosa Keigo, la que no tuvo ningún efecto en su amigo.

-Muy bien, voy a subir yo entonces- dicho esto, Taki finalizó la conversación, dejando a un Atobe más irritado de lo común completamente descolocado.

Su irritabilidad sólo se duplicó al ver entrar a su habitación al pelicastaño como pedro por su casa, sin molestarse si quiera en tocar la puerta, venia vestido de manera casual, con unos jeans negros pitillos y una vans del mismo color, una camisa de jeans completamente desabotonada y una camiseta blanca. Por su parte Keigo lucía completamente natural, con una belleza autentica, sólo llevaba una camiseta y pantalones blancos de algodón, iba descalzo y la luz de medio día que entraba por los grandes ventanales jugaban sobre su cabello platinado, haciendo que desprendieran pequeños reflejos, como si éste tuviera vida propia.

-Vaya, parece que te has levantado recién ¿acaso andas en pijama aun?- pregunto Taki con evidente intriga por el comportamiento de su amigo.

La verdad era que esto no era normal en Atobe, él siempre seguía un horario muy estricto, con entrenamientos especiales que iban desde la equitación a la esgrima, pero por sobre todo, se preocupaba siempre de entrenar todas las mañanas su resistencia física a través de diversos ejercicios cardiovasculares, asegurándose de estar siempre en forma, como era lógico de esperar del capitán de Hyotei Gakuen. Pero el día de hoy parecía recién salido de la cama, cuando ya era medio día, aunque Taki debía admitir que esa ropa holgada y simple, no restaba ni un poco de la belleza del joven heredero, es más, parecían acentuarla con naturalidad, la manera en que caía el pantalón de sus caderas, su caminar sinuoso y elegante, le hacían ver simplemente adorable. Keigo se dirigió hacia uno de los sillones dispuestos estratégicamente dentro de la habitación y se sentó cruzando las piernas, dejando ver una expresión de apatía total. Taki le siguió con la mirada todo el tiempo, y tomo lugar junto a él en el sillón.

-¿Qué te pasa?- preguntó en un tono sutil, pero sus ojos reflejaban preocupación.

-Nada ¿qué te hace pensar que el gran Ore-sama sufre de algo?- respondió tratando de eludir el tema y borrando toda expresión de su rostro.

-Es muy obvio que estas afectado por algo Keigo- sentenció el pelicastaño –Después de conocernos durante casi 3 años ¿aun crees que me puedes engañar?- Keigo no respondió, se limitó a desviar sus ojos, completamente consciente de ser objeto de la mirada inquisidora de su amigo.

-Para que te enteres Taki, el gran Ore-sama no se parece nada a la gente común, cualquier intento tuyo por tratar de predecir mis actos es en vano, es imposible que alguien como tu pueda llegar a conocerme- respondió con total arrogancia, aunque él bien sabía que toda esa arrogancia no era más que una máscara.

Taki suspiró pesadamente, tenía que reconocer que a veces su “amigo” se comportaba como un verdadero cretino, tanto que estaba seguro que ni él mismo era capaz de soportarse.

-Mira Keigo, esto te lo diré porque eres mi amigo, y como tal, te aprecio y quiero lo mejor para ti- sentenció con voz más seria de lo acostumbrado –deberías buscarte a alguien que te quite ese mal humor que llevas desde hace varios días, tal vez eso es lo que te hace falta-  y sin decir más, se levantó del sillón y se fue haciendo un gesto con la mano, pero cuando llegó a la puerta, se dio media vuelta y agregó

-O será que… ¿ya encontraste a alguien y no tienes el valor de declararte?- para su sorpresa, la cara de Keigo reflejaba completa estupefacción. Había dejado caer su máscara de indiferencia y arrogancia, para dar paso a una cara llena de dudas y miedos. No se equivocaba, había dado en el blanco, el mal humor de su capitán tenía nombre y apellido, aunque aún no sabía de quien se trataba. Los segundos que se demoró en sacar esta conclusión bastaron para que Atobe recuperara la compostura, actuando totalmente desentendido.

-No tengo idea de lo que estás hablando. Deberías dejar de usar tantos químicos en el cabello Taki, porque ya te están pudriendo el poco cerebro que tenías- Agregó Keigo de manera fría.

-Si claro, lo que digas. Aunque deberías meditar sobre esa persona, porque si sigues actuando así, lo más seguro es que lo espantas. Aunque, muero de la curiosidad por saber quién es, por el sólo hecho de lograr impresionar al gran Atobe Keigo ya es alguien digno de admiración- Y sin decir más, dio media vuelta y se marchó, dejando a un Keigo completamente atónito ¿cómo era que su amigo se había podido dar cuenta de algo que ni él estaba seguro? tan notorio era!!!

Se levantó pesadamente del sillón y se pasó una mano por el cabello, provocando que éste se moviera ligeramente, cayendo sobre su rostro y liberando destellos plata al reflejar la luz del sol. Caminó lentamente hacia su cama y se tumbó en ella boca abajo sin dejar de pensar en las palabras de su amigo…

 “por el sólo hecho de lograr impresionar al gran Atobe Keigo ya es alguien digno de admiración”

A decir verdad, Tezuka lo sorprendió desde la primera vez que lo vio. Ya había pasado más de 1 año de eso, pero aun podía recordar cada detalle de lo sucedido ese día.

Era un día soleado, no tan caluroso, ideal para disfrutar del Torneo de Kantou. Él se encontraba en la banca, esperando a que llegara su partido en singles 1 y estaba a punto de salir a jugar su capitán. Si bien Atobe había ganado la capitanía de Hyotei un año atrás al vencer a todos los titulares, él había cedido su derecho de ejercer como capitán a condición de permanecer como el único jugador fijo de singles 1. Por lo tanto, mientras comenzaba el partido de su “capitán” él se preparaba para enfrentar en singles 1 al capitán de Seigaku.

Sabía perfectamente que Seigaku no era un oponente fuerte, ciertamente había tenido sus años de gloria, pero claramente, el estado actual del club de tenis de Seishun Gakuen era de franca decadencia. Nunca dudó, ni por un segundo de la victoria de su equipo, con la cual lograrían asegurar su paso a los Nacionales. Sin embargo, nunca imaginó que en un equipo que a su parecer era tan débil, podría encontrarse semejante jugador. Atobe sabía perfectamente que su capitán no era fuerte, que le faltaba entrenamiento diario, resistencia, fuerza y velocidad, por no mencionar que no tenía ningún talento para el tenis, pero lo que vio le dejó sorprendido. El muchacho rubio ceniza de segundo año le estaba dando una paliza de proporciones a su capitán, y eso no era todo, este muchacho jugaba con su mano derecha, a pesar de ser zurdo!!!

Atobe pudo percatarse de esto debido a su extraordinaria percepción, pero estaba claro que para el resto de los espectadores, esto era un misterio, ni siquiera su capitán se dio cuenta que perdió contra un muchacho que jugó todo el partido sin su mano dominante. Desde ese momento, los ojos de Atobe no dejaron de posarse en la figura del muchacho de anteojos, la elegancia con que caminaba hacia la línea de meta, la seguridad en cada movimiento, que reflejaban su dominio completo del juego a través de la firme seguridad en sus propias capacidades. El joven titular de Seigaku lo maravilló con su estilo de juego.

Pero una duda surgía en su cabeza: ¿por qué no usaba su mano dominante? Atobe no lo supo en ese momento, y tuvo que esperar 1 año para saberlo, lo descubrió cuando se vieron nuevamente las caras en el Torneo de Kantou, esta vez jugando ambos como capitanes de sus respectivos equipos en singles 1. Tezuka estaba lesionado.


Recordando todo esto ahora, sólo hacía que Tezuka se viera cada vez más impresionante a los ojos de Atobe. Si bien nunca se había detenido a pensarlo, ahora que lo meditaba, uniendo toda la información, cada vez estaba más convencido que Tezuka Kunimitsu era un ser de otro mundo, era uno en un millón.