ONE IN A MILLION
Capítulo 3: Él está Aquí
Atobe
camina con paso firme y seguro por los jardines de Hyotei Gakuen, era la hora
de almuerzo y se dirigía a la sala del Consejo Estudiantil, donde tenía una
habitación exclusiva para su uso, lugar donde podía estar en paz, sin miedo a
ser molestado. Iba seguido de Kabaji, quien llevaba los almuerzos de ambos y se
limitaba a seguir fielmente al joven heredero. El día era caluroso, por lo que
Atobe llevaba la camisa manga corta del colegio, la corbata estaba suelta y los
dos primeros botones de la camisa estaban abiertos, dejando ver parte de la
nívea piel del pecho. Pequeñas hebras de su cabello platinado caían a cada lado
de su frente, moviéndose rítmicamente con el caminar del joven. A pesar de ser
consciente que todas las miradas del alumnado estaban puestas sobre su persona,
parecía no inmutarse con nada y su expresión denotaba serenidad.
Serenidad
completamente fingida, pues Atobe no paraba de pensar en la conversación tenida
el día anterior con su mejor amigo. Después de haber reflexionado toda la tarde
sobre las palabras de éste, se dio cuenta que Taki tenía razón. Lo que él
sentía por el ausente capitán de Seigaku no era culpa por lo sucedido en el
partido pasado, ni ira por sentir la frustración de saber que él no había
podido superar a su rival, ni admiración por haber encontrado finalmente un
oponente digno de su persona. Lo que sentía el joven platinado cada vez que se
mencionaba siquiera el nombre del joven de anteojos era mucho más que eso,
sentía como el ritmo de su corazón se aceleraba y un cosquilleo nacía en su
estómago y se esparcía por todo su cuerpo. ¿Acaso era esto… amor?
Él
tenía muy claro el tipo de sentimiento que causaba en los demás, sabía que su
brillante personalidad y carisma junto a su privilegiado cuerpo, se robaban
todas las miradas donde fuera que vaya, sabía que prácticamente todo el
alumnado, tanto hombres como mujeres, le miraban con una mezcla de deseo y
admiración, y que muchos de ellos incluso lo tenían como su fantasía sexual
personalizada, pero él nunca se había sentido así por nadie antes. Es verdad
que había tenido encuentros con chicas y chicos, pero no habían pasado más allá
de besos y caricias fugaces producto de una noche de juerga, y no había tenido
nunca una relación con nadie. Por lo tanto, todas están sensaciones eran
completamente nuevas para él.
Sin
darse cuenta, ya habían llegado a su destino. Atobe tomó asiento en un sillón
ubicado solamente para él en la sala y cruzó una pierna con la elegancia que lo
caracterizaba. El moreno de gran envergadura se limitó a acercar la comida al
joven heredero y tomó asiento en otro sillón dispuesto a almorzar sin quitar el
ojo de encima de su capitán, el que se encontraba con la mirada fija en un
punto sobre la pared blanca, que mágicamente parecía haberse transformado en la
cosa más interesante del mundo a los ojos de Atobe, limitando a dar pequeños
bocados de su comida de vez en cuando. Kabaji no era alguien que había sido
dotado con el don de la palabra, pero en cambio era una persona muy
observadora, para él era perfectamente claro que su capitán se encontraba en
una situación que no podía manejar, y no pudo evitar cierta preocupación al ver
el rostro perdido del joven. Se encontraba en medio de estos pensamientos
cuando llegó Taki, el mejor amigo de su capitán.
-Hola Keigo, Kabaji ¿cómo está el almuerzo?-
Kabaji no comprendía cómo Taki podía hablar con tal naturalidad frente a una
situación así. Sabía que el castaño estaba consciente de que su capitán no se
encontraba bien, y aun así era capaz de limitarse a hablar del almuerzo.
-Ahh? Tú sabes que toda la comida de la
escuela está hecha por los más exclusivos chef, elegidos específicamente por mi
persona, es más que obvio que la comida es excelente- Respondió Atobe
saliendo de su ensoñación momentánea.
-jajajaja si es verdad, yo ya almorcé y
francamente no tengo ninguna queja con respecto al menú- dijo Taki
sentándose en uno de los sillones ubicado a la derecha de Atobe, quedando
frente a frente con Kabaji –Pero dime
algo ¿has pensado en lo que hablamos ayer?-
La
expresión de Atobe cambió súbitamente, parecía dudar, no estaba seguro de
responder con sinceridad a esa pregunta y desahogarse así con sus dos amigos
más cercanos, o simplemente dejar que su orgullo lo lleve y tragarse todos los
sentimientos que tenía guardados dentro de sí y que parecían crecer más y más
cada día. Taki percibió la duda en la expresión de Atobe y miró cómplicemente a
Kabaji, quien entendió al instante la situación: debían hacer que Atobe hable.
-¿sabes? Deberías
apresurarte en aclarar tus dudas lo más pronto posible, ya que sería muy
vergonzoso que los demás jugadores de otros equipos se dieran cuanta de la
debilidad de nuestro capitán en medio del entrenamiento de la selección
japonesa que jugara contra el equipo de la costa Oeste de los Estados Unidos- concluyó Taki con un desinterés
fingido, esperando apelar al orgullo de Atobe.
- ¿Equipo de la costa Oeste de los Estados
Unidos? – preguntó Atobe con franca intriga, lo que impresionó aún más a
Kabaji y Taki. No era para nada normal que el capitán no estuviera al tanto de
esto, esta situación se ponía cada vez más y más extraña
-Sí, el entrenador Sakaki envió un mail ayer
¿no lo viste?- preguntó Taki con un tinte de estupefacción en su voz.
La
verdad era que no lo había visto, no había revisado ninguno de los numerosos
mails que había recibido, ni si quiera había podido concentrarse en las clases
del bloque matutino, incluso le había costado seguir al profesor en su materia
favorito: Griego, debido a que su mente se perdía de vez en cuando en el
recuerdo de unos enigmáticos ojos miel.
-Sí, es un “Campamento de Enriquecimiento”
para el Torneo Amistoso Junior. Sakaki, Hanamura y Ryuzaki serán los
entrenadores de un equipo formado por diversos jugadores de la prefectura de
Tokio, de nuestra escuela fueron llamados tú, Oshitari, Kabaji, Shishido y
Ootori. Pero también participaran jugadores de Rikkaidai, Fudomine, Rokkaku,
Yamabuki, San Rudolph, Jyousei Shounan y por supuesto, los ganadores del Torneo
de Kantou de este año: Seigaku- Seigaku, el nombre de esa escuela resonó en
su mente, todos los miembros de ese equipo iban a asistir, debido a que eran
los campeones de la prefectura, todos menos el ojimiel que le robó la
tranquilidad.
-El Campamento empezará el próximo lunes y
durará toda la semana, ya que el Torneo se jugara el fin de semana-
sentenció Taki con seguridad justo en el momento en que se terminaba la hora de
almuerzo, por lo que Atobe se paró con movimientos suaves, sin poder borrar aun
la extraña expresión en su rostro perfecto, era una expresión de tristeza la
que se reflejaba en esa mirada plateada. Agradeció la información a Taki y se
apresuró a salir, para dirigirse a su sala y comenzar así con el tedioso bloque
de la tarde.
Todo
el resto de la tarde estuvo aún más perdido en sus pensamientos, se encontraba
estupefacto con la noticia y lentamente, un sentimiento de vacío comenzó a
invadir todo su ser ¿Qué caso tenia ir a ese lugar? ¿Cómo podría soportar
permanecer tan solo 1 día en ese Campamento, si el sólo hecho de estar ahí le
recordaría constantemente la ausencia del ojimiel? Sentía que moría un poco más
cada día que pasaba esperando el regreso de Tezuka.
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La
semana transcurrió dolorosamente lenta para Atobe, cada día era un suplicio,
las clases se le hacían interminables y hasta las prácticas de tenis carecían
de sentido, los compromisos sociales que siempre le parecieron tediosos, ahora
se volvían prácticamente una sentencia de muerte, no podía concentrarse en
nada, todo el tiempo se encontraba con la mirada perdida, ya que en su mente
sólo aparecía una figura: Tezuka.
Finalmente,
llegó el día del campamento. Sakaki sensei los citó en las dependencias del
colegio, desde donde se dirigieron hacia las instalaciones que albergarían el
Campamento de Enriquecimiento. Shishido y Ootori iban sentados juntos, el mayor
dormitaba sobre el hombro del muchacho de segundo, era evidente la cercanía
entre ambos. Él iba sentado junto a Kabaji, quien parecía no molestarse en su
persona, no así Yuushi, quien no le quitaba el ojo de encima, intrigado por el
semblante pensativo de su capitán. Atobe se limitaba a mirar a través de la ventana
el cielo azulado, que en ese momento comenzaba a ser surcado por solitarias
nubes blancas, vestía el impecable uniforme escolar, al igual que todos sus
compañeros, y su mentón reposaba cómodamente sobre su mano izquierda, mientras
la otra permanecía cruzada sobre su abdomen. Cuando por fin llegaron a su
destino, lo primero que hizo Atobe fue repasar con la mirada al equipo ganador
del Torneo, buscando con esperanza frustrada al ojimiel. Sabia perfectamente
que él no se encontraría ahí, lo sabía, y aun así, no pudo evitar sentir un
punzante dolor en su corazón al darse cuenta de su inevitable ausencia.
En
eso se había transformado ahora el recuerdo del ojimiel, en un constante dolor
en el pecho del joven heredero, un dolor que a cada segundo le recordaba que ya
no tenía paz. Al caminar por los pasillos escuchó hablar a los miembros de
Seigaku con los de Fudomine, al parecer se llevaban muy bien, pero eso a él no
le importaba, no le importaba… hasta que oyó aquel nombre: Tezuka Kunimitsu.
Frenó su andar en seco y agudizó el oído para escuchar bien la conversación. Al
parecer el equipo entero de Seigaku había viajado a Alemania para visitar a
Tezuka luego de su victoria en el Torneo de Kantou. De pronto sintió calor en
sus mejillas y su ceño se frunció en un gesto de ira, se sentía celoso. ¿Por
qué ellos podían disfrutar de la compañía del muchacho de ojos de miel? ¿Por
qué él no podía tomar el primer avión a Alemania e ir a verle? Claro, no podía
simplemente aparecer como si nada en frente del ojimiel ¿qué le diría, cómo
explicaría tal visita? Eso sin mencionar que lo más probable era que el capitán
de Seigaku le odiara, después de todo, él era quien lo había derrotado,
marcando hasta ahora la única derrota en el historial perfecto del capitán de
Seigaku y además, en cierto modo él era el causante de que se encontrara en
estos momentos en Alemania. Tampoco sabía si Tezuka ya estaba con alguien más,
a decir verdad, era muy poco lo que sabía del ojimiel, no sabía qué clase de
preferencias tenía, tal vez hasta le despreciaría por el simple hecho de ser un
hombre, y eso era más de lo que Atobe podía tolerar, ni siquiera se imaginaba
cómo se sentiría si llegaba a recibir una mirada de asco y repulsión por parte
Tezuka, eso simplemente no lo podría soportar!!!
No,
no podía declararse, no podía simplemente decirle que le amaba, que desde el
instante en que jugaron ese partido de tenis, había sentido como se conectaban,
como si ambos fueran las dos mitades de un todo, que desde ese día no había
podido dejar de pensar en él, y que incluso le había impresionado desde el
primer momento en que lo vio, sólo que recién ahora era consciente de todo
ello. Se reprendió a sí mismo el no haberse dado cuenta a tiempo, todo sería
tan distinto si él se hubiera dado cuenta de sus sentimientos antes de aquel
fatídico partido, que aunque había marcado su alma en el descubrimiento de un
entendimiento reciproco con el rubio ceniza, había marcado también su
separación. Por Kami!!! Si él simplemente le hubiera hablado antes del partido,
Tezuka no se habría tenido que ir, Tezuka estaría ahora junto a él.
Con
la amarga sensación del arrepentimiento en su boca, se dirigió a los
dormitorios que le habían designado. Los jugadores fueron divididos en tres
grupos, uno con cada entrenador, a él le tocó entrenar con Hanamura sensei, una
entrenadora que no era de su gusto personal, pero al menos estaba junto a
Kabaji y a Yuushi.
Se
encontraban en el tercer día de entrenamiento cuando se enteró del colapso
sufrido por la entrenadora Ryuzaki. No tenía idea de qué sucedería, sólo le
preocupó el hecho de que sus jugadores que estaban en ese grupo saldrían
perjudicados por esta situación. Ootori y Shishido tenían un increíble
potencial juntos, eran una pareja extraordinaria, y no sólo en la cancha de
tenis, pero necesitaban de la guía de alguien para poder mejorar aún más, y los
entrenamientos libres que realizaban ahora, para tratar de suplir la ausencia
de su entrenadora no les favorecían. Con esta preocupación en mente se dirigió
a la oficina de Sakaki sensei, después de todo, él era su entrenador, así que
esperaba que hiciera algo. Para su tranquilidad ya todo se encontraba bajo
control, otro entrenador había sido llamado y llegaría esa misma mañana, aunque
Sakaki no le quiso revelar de quien se trataba, le mencionó que era alguien
recomendado personalmente por la entrenadora Ryuzaki, por lo que era alguien de
absoluta confianza y no había necesidad de preocuparse por sus compañeros.
Ya
más calmado, se dirigió a su lugar de entrenamiento, se encontraban en la sala
de máquinas, realizando ejercicios de acondicionamiento físico, se dirigió a
una de las pesas y comenzó a ejercitar la musculatura de sus bazos. Producto de
la intensidad del ejercicio, comenzó a sentir calor, así que tuvo que
desprenderse del polerón blanco, rojo y negro que usaban, para quedar sólo con
la camiseta. Sentía como sus músculos se contraían y relajaban al ritmo del
ejercicio, sentía un pequeño dolor en sus músculos producto de la intensidad
del ejercicio, sentía el cansancio en su cuerpo después de esos 3 días de arduo
entrenamiento. Cuando llegó la hora de almuerzo, se dirigió al baño antes,
necesitaba lavarse la cara, quitarse el sudor de encima y darse un pequeño
respiro antes de continuar con la rutina. Cuando llegó al comedor se veía
renovado, una expresión fresca y juvenil le envolvía la piel, y producto del
ejercicio, se sentía relajado, se sentó junto a Kabaji en uno de los mesones,
esperando a que el almuerzo fuera servido, su mirada plateada se movía
constantemente, saltando de rostro en rostro, examinando a los demás jugadores
presentes ahí, la verdad era que no consideraba a ninguno de ellos como un
rival digno, en estos 3 días de Campamento, aun no había encontrado una
motivación para permanecer ahí y dar lo mejor de sí mismo.
Con
estos pensamientos en mente, sintió como la puerta se abría con un rechinar
tenue, dirigió su mirada a la fuerte de aquel ruido y vio la puerta moverse
lentamente, dando paso a Sakaki y Hanamura, pero ello no venían solos, venían
acompañados de un joven de blanca piel, cabellos dorados algo despeinados y una
mirada severa que hacía juego con su expresión de absoluta seriedad. Los 3
recién llegados se dirigieron al centro del comedor, y Atobe pudo notar las
expresiones de asombro salidas de las bocas de todos los presentes al ver la
seguridad que emanaba del joven en cada paso que daba. Sintió que su
respiración se cortaba y que todas las fuerzas de su cuerpo lo abandonaban,
mientras su corazón dio un salto dentro de su pecho cuando sintió la mirada
color miel sobre su persona. Era él!!! Tezuka Kunimitsu estaba ahí.
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